5/18/2007

Efecto Invernadero y Calentamiento Global

Todos nosotros hemos sentido una piedra en el zapato que sigue molestando hasta que nos levanta ampolla, y tenemos que actuar más por el dolor que por la precaución de cuidarnos a nosotros mismos.

De una de esas piedras es de lo que vengo a platicarles hoy.

Nuestro planeta en problemas

El año pasado escuchamos de las inundaciones en Nueva Orleans, este año hemos sufrido los efectos de lluvias en todo el país y estamos preocupados por el nuevo tornado o ya mínimo tormenta tropical que se acerque a México.

Los científicos dedicados a las ciencias de la Tierra se han dado cuenta, mediante la observación del clima de Venus, que los cambios en nuestro clima podrían ser provocados por nosotros mismos.

Cuando nos subimos al carro por las tardes y empezamos a vociferar contra el fabricante del aire acondicionado estamos sufriendo, de manera similar, lo mismo que le está pasando a la tierra: El efecto invernadero.

En un invernadero cerrado, el calor entra a través de los rayos solares, pero el problema es que el calor no sale de la misma forma y aquello se convierte en un horno; tal como nos sucede en el auto.

Este efecto es en parte fundamental para la vida en la tierra, porque si no existiera la temperatura promedio de la tierra sería como de 20 grados bajo cero.

Ahora regresando a Venus, los científicos se han dado cuenta de que allí se produce un fenómeno de invernadero provocado por... Un gas muy común: El bióxido de carbono. Y este gas es tan común que no sólo lo produce hasta el perro y todo aquello que vuela o se arrastra, también se produce a través de la combustión de cualquier material.

Esto pone un nivel de complejidad adicional al problema: Si el bióxido de carbono se produce por la combustión de cualquier cosa, y nuestra economía esta basada en el Petróleo como fuente principal de energía, entonces entre más desarrollados estemos económicamente, más bióxido de carbono estaremos generando.

¿Qué hicimos para llegar a este punto?

Esto podría parecer mera especulación científica, pero hay indicios claros de que esto ya esta pasando. El cambio de la temperatura global y la concentración de bióxido de carbono en el aire en los últimos mil años ha cambiado de manera muy similar, lo que sugiere que uno es consecuencia del otro. Hay muy diversos y muy complejos estudios que indican que estos cambios de temperatura han sido consecuencia de las actividades humanas de los últimos 250 años. El cambio climático por supuesto no implica sólo cambios en la temperatura, sino también en las lluvias globales, la cobertura de nubes y el nivel de los océanos. La comunidad científica ha estado tan preocupada por este problema que desde los noventas ha estado promoviendo acciones para limitar la emisión de lo que llaman gases de invernadero, entre los que está el bióxido de carbono y otros parientes. En 1997 se firmó el protocolo de Kioto para limitar la emisión de gases de invernadero en un 5 % entre 2008 y 2012. Estados Unidos se tardó muchísimo tiempo en firmar el protocolo de Kioto en virtud de la gran dependencia que tiene su economía de los combustibles fósiles y a que estaba en desacuerdo con las medidas que requerían sacrificios desiguales para diferentes países. Es en este año cuando finalmente entraron al tratado.

Problemas globales, acciones locales

Y a mí qué me importa se preguntarán, pues déjenme de momento mencionarles algunas de las tragedias terroríficas que podrían pasar si no hacemos nada:

  • Un aumento de seis metros en el nivel del mar bastaría para inundar a Londres y Nueva York.
  • En 1984 el tamaño del hueco en la capa de Ozono sobre la antártida era de 7 millones de Km2 y hoy es mayor a los 29 millones de Km2.
  • El calentamiento global podría exterminar a una cuarta parte de las especies de plantas y animales conocidos antes del 2050.

De acuerdo, esto del efecto invernadero está bien para científicos alucinados, ¿Y a nivel de piso, que podemos hacer?

Como les comenté antes nuestra dependencia de combustibles ha hecho de esto un problema global, entonces la solución es sencilla: Dejemos de quemar combustible.

Desgraciadamente lo sencillo de la solución resulta engañoso, ya que en la práctica tendríamos que renunciar a comodidades con las que hemos vivido mucho tiempo, como el auto y la luz eléctrica.

Sin embargo hay soluciones intermedias que no tienen por qué mandarnos a la era de las cavernas.

  • Utilicemos menos luz eléctrica. Ya estaba por allí el dicho de Ahorra un poco y apaga un foco.
  • Utilicemos fuentes alternas de energía: La energía eólica y las celdas solares son ya una alternativa real a nuestro alcance.
  • Utilicemos menos nuestros automóviles, podemos compartir el viaje o emplear automóviles más eficientes.
  • Aquí vale mencionar el convertidor catalítico, que fue introducido en 1992 y que reduce las emisiones en más del 90 %.
  • Los automóviles híbridos, que prácticamente duplican la eficiencia de combustible.
  • Reforestemos. Las plantas consumen bióxido de carbono y producen oxígeno. Un árbol también es una ayuda.

¿Y la ampolla qué?

Es entonces responsabilidad de todos nosotros despertar el día de mañana con una lista de cosas que podemos hacer por nuestro planeta. No podemos esperar a que nuestra infecciosa ampolla reviente porque en este caso específico no tenemos idea de cuáles puedan ser las consecuencias.

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