5/18/2007

La enfermedad fantasma

Hoy les quiero platicar de la enfermedad fantasma que puede estar atacando a sus hijos o de las que algunos de ustedes pueden haber sido presa. Antes de seguir, quiero hacerles unas preguntas:
  • ¿Cuántos de ustedes tiene hijos? Si no tienen hijos, piensen entonces en ustedes mismos.
  • ¿A cuántos de ustedes les han dicho que su hijo es muy travieso?
  • ¿Cuántos de ustedes han visto que su hijo no sigue sus órdenes?
  • ¿Cuántos de ustedes son simplemente desorganizados?

Ahora si respondieron Sí a más de dos preguntas están en serios problemas ya que ustedes o sus hijos pueden ser víctimas de la enfermedad fantasma.

Lo que parecería una broma de Halloween, en realidad no lo es. La enfermedad fantasma existe y se llama Trastorno de Deficit de Atención.

La triste realidad

Un niño se acerca a su padre y le dice emocionado: ¡Papá, Papá! Saqué buenas calificaciones esta vez. ¡Mira que tengo un siete en matemáticas, ya no tengo cinco y voy a pasar! Además mira los comentarios de mi maestra de español: «Es capaz de mostrar puntos de vista novedosos y creativos».

El padre sin embargo no muestra la misma emoción que el hijo. Se le ve serio y entonces con ceño adusto se dirige a su hijo y le dice: «Hijo, tu eres un niño diferente…Tu no eres un niño que sacará buenas calificaciones». A lo que el niño replica: «Pero Papá, ve cómo han mejorado mis calificaciones».

Sin embargo nada convence al Padre, éste le dice: «Hijo, ¿Ves la pastilla que te damos todas las mañanas?, pues esa pastilla es la responsable de que tus calificaciones hayan mejorado. Tienes que entender que tu eres diferente y que te irá muy bien si puedes sobrevivir a tus años escolares».

Esto tampoco es una historia de Halloween: Es el Trastorno de Deficit de Atención.

Lo dificil es entender

Desgraciadamente los elementos que determinan el diagnóstico del déficit de atención son muy simples y observables en la mayoría de nosotros. Adivinen ¿Quienes son los primeros en quejarse de un niño que no pone atención o no sigue las órdenes? Adivinaron, son los maestros. Los maestros de nuestra época se ven enfrentados a retos muy diferentes a los que los maestros enfrentaron hace tres décadas. Los grupos más pequeños son ahora de treinta alumnos. Esto a su vez demanda que las características que se piden a los alumnos sean diferentes. Ahora se valora la capacidad de poner atención y seguir detenidamente el flujo de la clase. Cuando algún niño desvía el flujo de una clase, más que aprender a manejar actitudes creativas, los maestros demandan uniformidad. Los niños que se desvían de ese patrón son calificados como «sospechosos». Por un lado entonces tenemos fuertes presiones sociales que requieren ciertas conductas por parte de los niños para permitir que el sistema funcione.

Las realidades

Lo cierto es que nuestra sociedad requiere diferentes habilidades de todos nosotros, y aquellas que nos hacían los grandes cazadores en la época de las cavernas ya no nos son útiles. Ahora tenemos que poner atención a fenómenos que se extienden por periodos grandes de tiempo y asegurarnos de completar proyectos a largo plazo.

Algunos autores denominan a esta como la paradoja del Cazador–Agricultor. Los niños que ahora calificamos como niños con TDA cuentan con habilidades que les permiten descollar en cierto tipo de actividades, pero que representan un conflicto en entornos como la escuela

¿Y a mi que me importa?

Como les comenté en un principio, muchos de nuestros hijos, sobrinos o alumnos si es que somos maestros son aquejados por este mal, y para funcionar adecuadamente en su entorno social tienen que hacer uso de psicoestimulantes.

Hay varias realidades detrás de todo esto, esta la realidad física de que los niños funcionan de manera diferente a la vasta mayoría de los que asisten a las escuelas, y está la realidad de que nuestros niños tienen que socializar con personas que tienen ciertas expectativas acerca de su comportamiento.

Es por todo esto que hay varias cosas que quisiera pedirles:

  • Si tienen algún hijo, sobrino o alumno que presente alguno de los síntomas de la enfermedad fantasma, refieranlo a un psicólogo.
  • Asuman la responsabilidad y aprendan todo lo que puedan acerca del TDA.
  • Sean compasivos al dar consejo, pero no dejen de darlo. Es responsabilidad de los padres el cuidado y crecimiento de los hijos.

Este trastorno tiene muchas vertientes y no falta gente abusiva que trata de tomar ventaja ofreciendo remedios mágicos que en lugar de ayudar a los niños, simplemente hacen que los padres no pongan atención a las soluciones reales a su alcance.

Esta enfermedad fantasma no es en realidad fantasma, es parte de la realidad de nuestro día a día así que les insto a aprender más acerca de ella y a asumir sus propias responsabilidades al convivir con estos niños.

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